Un día gritaré revolución
y no llevará tu nombre.
Un día te escupiré anarquías
a la cara.
Te lloraré libertad
con las manos.
Y me pondré tonta,
con los ojos y las legañas.
Un día me beberé el tiempo
en un vaso que no será el tuyo.
Me comeré nuestro mundo en un plato hondo
y con cuchara.
Te gritaré desiertos
con la tripa.
Y me pondré tierna,
con lo que baja,
y sin que suba de precedente.
Un día voy a amamantar
todos mis miedos
para que crezcan
y libren batalla con los tuyos.
Ten cuidado porque me he levantado
otra vez
con resaca;
mientras friego
el desagüe está gimiendo olvidos.
Y el remolino está tragando
todas las letras de tu nombre.
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